Desde hace muchos años, ya en la era moderna, cuando alguien necesitaba información de carácter científico, comercial o de entretenimiento solía encaminarse hacia una biblioteca pública, especializada o académica, en la que un bibliotecario lo orientaba; él podía también consultar los tradicionales catálogos de autor, título, materia u otro. En el peor de los casos, el problema se resolvía cuando se remitía el usuario a otra biblioteca, pero inevitablemente se produjo un crecimiento exponencial de la literatura, sobre todo científica, que aun cuando coloca, a disposición de la comunidad académica, una gran variedad de recursos, requiere de una inversión importante de tiempo y esfuerzo para su consulta, evaluación y asimilación. Leer más