El 30 de junio de 1957, cayeron combatiendo en la ciudad de Santiago de Cuba, Josué País García, Floro Vistel Somodeville y Salvador Pascual Salcedo, jóvenes del Movimiento Nacional Revolucionario 26 de Julio, víctimas de crímenes salvajes y fuera de toda ley, perpetrados por sicarios de la tiranía batistiana en momentos en que el Ejército Rebelde se fortalecía y ampliaba en plena Sierra Maestra.
Testigos que de una forma u otra vivieron los acontecimientos finalizados en la masacre de los jóvenes, refieren que ese día, Santiago de Cuba parecía desde temprano un campo minado debido al ambiente represivo y tenso creado por el Ejército del dictador Fulgencio Batista, empeñado en celebrar en el céntrico Parque Céspedes un mitin electorero para mostrar la imagen de un país y gobierno estables, donde no había problemas.
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